Aún y de que es muy publicitado en los medios locales, éste super famoso antro de vicio, que anuncia comediantes, baile y demás variedad, precisamente, por su “variedá”, es, que hasta el día jueves de la semana pasada, me resistía a aceptar la invitación a asistir a tal lugarejo; el perinovio, en las ocasiones que pasábamos por dicho sitio, siempre hacía referencia de su inquietud por entrar, inquietud que rápidamente se sosegaba por mi amable y rotundo “No”, seguido de la más fría de mis sonrisas.
Se dio la ocasión de asistir, ya que unos amables amigos, nos habían obsequiado unos pases de cortesía.
Pues bien, me resistí hasta el último momento, con todo y de las considerables ganas de cooperar que demostré (ahora sí, claro) para encontrar a un amigo del perinovio, que lo acompañara a disfrutar tan noble travesía, se suscitó una de las multicitadas leyes de Murphy: nadie estuvo disponible o dispuesto.
Resignada, le dije que yo lo acompañaría; arribamos al antro a eso de las 09:30 horas, se encontraban unas cuantas personas ya, conforme fueron pasando los minutos, mi aburrimiento iba en crecimiento, ya mis bostezos no podían ser ocultados, aún de mi enorme esfuerzo por no desanimar al perinovio, que se encontraba muy dispuesto a pasársela bien, sino a base de la variedad, sí a causa de los alcoholes, aparte, me sentía sumida en una enorme brecha generacional, pues la mayoría de los asistentes, rondaba arriba de los cuarenta y cinco años, parecían haberse pasado de la boda, a seguirla al antro, aunque también tengo que reconocer, que conforme fue transcurriendo la noche, empezaron a arribar jovencitos puqueques y no tan puqueques (como su servidora) al lugar.
Me encontraba yo también degustando de una fría cerveza, cuando hace su aparición un...un... trovador?, que abusó en desmedida de los versos tan, pero tan sabios, lindos y profundos del cantautor Arjona, aquí, agoté casi toda mi paciencia, pues para nada soy bohemia, para mí, el que una persona al ritmo de su guitarra, se esmeré en ambientar cualquier reunión, fiesta o posada con trova y boleros, es lo mismo que encontrarme en el más triste de los velorios. Siguió su repertorio musical, aderezado de uno que otro chiste, con canciones de José José, de Reyli, Fato, entre otros que no pude distinguir, ah! se me olvidaba y las nunca faltantes Santa Lucía (aunque ésta rola si me gusta, odio la manera tan bohemia en que la tocan los trovadores), el Breve Espacio y Todo a Pulmón.
Casi yo al borde del infarto, por fin el virtuoso anuncia su despedida, informando sobre la presencia de un “X” comediante, para ese momento, y con la finalidad de aminorar mi estado catatónico, bebía mis cervezas con fervor, en ese momento entra en escena el cuenta chistes y no sé si debido a mi ya avanzado estado etílico, me hizo reír a la primera, con los clásicos chistes de mariconcitos, borrachos, compadres machos, compadres maricones y demás, plagados obviamente de palabrotas que para mis morbosos oídos, eran más que conocidas.
El plus de éste antro, pues creo es el dueño, por supuesto es el mundialmente conocido, como él mismo lo pregonó, desde Ramos Arizpe hasta Rayones, Nuevo León, Oscar Burgos, que debo mencionarlo, no es santo de mi devoción, mismo que a su vez venía acompañado de la otrora conductora de la televisión local Karla Panini (creo que se llama), fue aquí cuando al perinovio le brillaron los ojitos y simplemente, no pudo dejar de sonreír lo que restó del show, pues le tiene un amor desmedido a esa niña; éstos actuaron en conjunto y, aunque también me sacaron una que otra carcajada, debo admitir que no me fueron tan divertidos sus chistes, como los del primer comediante. Lo único que me agradó del Burgos, a parte de su muy bien formado cuerpo, el cual enseña a la menor provocación, es la capacidad que tiene para burlarse de sí mismo, respecto al muy sabido problema que tuvo con el abuso de drogas.
Total, que al final de la velada, caí en cuenta que no me la pasé tan mal, aunque eso sí, no estoy muy segura de querer regresar algún día, o tal vez sí, pero ya llegar alcoholizada al antro y por supuesto, brincándonos al trovador; eso, dentro de unos cinco años, cuando mi edad ya esté más ad hoc, a la mayoría de la clientela y ello porque ya me sienta senil, en los bares de moteros que frecuento y le haya salido celulitis a mis chaparreras, botas y chaquetas de piel.
Se dio la ocasión de asistir, ya que unos amables amigos, nos habían obsequiado unos pases de cortesía.
Pues bien, me resistí hasta el último momento, con todo y de las considerables ganas de cooperar que demostré (ahora sí, claro) para encontrar a un amigo del perinovio, que lo acompañara a disfrutar tan noble travesía, se suscitó una de las multicitadas leyes de Murphy: nadie estuvo disponible o dispuesto.
Resignada, le dije que yo lo acompañaría; arribamos al antro a eso de las 09:30 horas, se encontraban unas cuantas personas ya, conforme fueron pasando los minutos, mi aburrimiento iba en crecimiento, ya mis bostezos no podían ser ocultados, aún de mi enorme esfuerzo por no desanimar al perinovio, que se encontraba muy dispuesto a pasársela bien, sino a base de la variedad, sí a causa de los alcoholes, aparte, me sentía sumida en una enorme brecha generacional, pues la mayoría de los asistentes, rondaba arriba de los cuarenta y cinco años, parecían haberse pasado de la boda, a seguirla al antro, aunque también tengo que reconocer, que conforme fue transcurriendo la noche, empezaron a arribar jovencitos puqueques y no tan puqueques (como su servidora) al lugar.
Me encontraba yo también degustando de una fría cerveza, cuando hace su aparición un...un... trovador?, que abusó en desmedida de los versos tan, pero tan sabios, lindos y profundos del cantautor Arjona, aquí, agoté casi toda mi paciencia, pues para nada soy bohemia, para mí, el que una persona al ritmo de su guitarra, se esmeré en ambientar cualquier reunión, fiesta o posada con trova y boleros, es lo mismo que encontrarme en el más triste de los velorios. Siguió su repertorio musical, aderezado de uno que otro chiste, con canciones de José José, de Reyli, Fato, entre otros que no pude distinguir, ah! se me olvidaba y las nunca faltantes Santa Lucía (aunque ésta rola si me gusta, odio la manera tan bohemia en que la tocan los trovadores), el Breve Espacio y Todo a Pulmón.
Casi yo al borde del infarto, por fin el virtuoso anuncia su despedida, informando sobre la presencia de un “X” comediante, para ese momento, y con la finalidad de aminorar mi estado catatónico, bebía mis cervezas con fervor, en ese momento entra en escena el cuenta chistes y no sé si debido a mi ya avanzado estado etílico, me hizo reír a la primera, con los clásicos chistes de mariconcitos, borrachos, compadres machos, compadres maricones y demás, plagados obviamente de palabrotas que para mis morbosos oídos, eran más que conocidas.
El plus de éste antro, pues creo es el dueño, por supuesto es el mundialmente conocido, como él mismo lo pregonó, desde Ramos Arizpe hasta Rayones, Nuevo León, Oscar Burgos, que debo mencionarlo, no es santo de mi devoción, mismo que a su vez venía acompañado de la otrora conductora de la televisión local Karla Panini (creo que se llama), fue aquí cuando al perinovio le brillaron los ojitos y simplemente, no pudo dejar de sonreír lo que restó del show, pues le tiene un amor desmedido a esa niña; éstos actuaron en conjunto y, aunque también me sacaron una que otra carcajada, debo admitir que no me fueron tan divertidos sus chistes, como los del primer comediante. Lo único que me agradó del Burgos, a parte de su muy bien formado cuerpo, el cual enseña a la menor provocación, es la capacidad que tiene para burlarse de sí mismo, respecto al muy sabido problema que tuvo con el abuso de drogas.
Total, que al final de la velada, caí en cuenta que no me la pasé tan mal, aunque eso sí, no estoy muy segura de querer regresar algún día, o tal vez sí, pero ya llegar alcoholizada al antro y por supuesto, brincándonos al trovador; eso, dentro de unos cinco años, cuando mi edad ya esté más ad hoc, a la mayoría de la clientela y ello porque ya me sienta senil, en los bares de moteros que frecuento y le haya salido celulitis a mis chaparreras, botas y chaquetas de piel.
P.D. No es cierto lo de los bares de moteros.