Tal vez pocas veces pude demostrarte mis sentimientos.
Sabía que no era lo correcto, pero también me confundiste tanto, dándome señales que al final, trataste de aparentar, eran falsas.
Así me tuviste tanto tiempo.
Y el día en que decidí hacer aquello que no era posible, cediste.
Solo eran dos cuerpos sumidos en la excitación.
Mayor fue mi confusión, aunque tomé fuerzas para decirte lo mucho que me importabas, que te amaba y mi vida era para tí.
Eso fue el final de una relación que nunca fue.
Ahora te veo tan apartado, tratando de ser feliz y escondiendo lo que para mí es más que obvio: que no lo eres.
Tratando de disfrazar con amistad, aquel amor que solo por una ocasión, permitimos que aflorara.
Esa única ocasión que acabó con todo.
Yo no te guardo rencor, el gran dolor causado, aminoró con el paso de los días hasta desaparecer.
Aún así, hay días en los que pienso en tí.
Te sueño a veces.
Y termino maldiciendo, porque sé, que nada de eso hubiese funcionado.
Que todo fue mejor así.