enero 26, 2008

Lay me down.

Do you know me, or even see, that my aggrivations, get the best of me. And i'm tired of your side, which should be so easy. And when it comes to pass, my dear, will you get me out of here. I wish you knew me, enough to care, that my fustrations, can go nowhere. And i'm tired of your side, which should be so easy, And when it comes to pass, my dear, will you get me out of here.


enero 15, 2008

Veinte pesos.

Hoy por fin tuve el suficiente frío, como para ponerme una de mis más abrigadoras chamarras. Al caminar hacia el edificio donde trabajo, la brisa hizo que metiera las manos en los bolsillos de la cazadora, me topé con veinte pesos, olvidados creo, en el invierno anterior. Compré un café y unas barritas fibrosas de salvado y pasas. Extrañamente me sentí como cuando niña, encontrando una moneda y corriendo a la tienda a gastarla. Mientras subía a la oficina, pensé: Es quincena, y yo feliz por veinte pesos, pero era dinero no pensado, con el cual no contaba, dinero que estuvo guardado por más de un año.
Esa sensación, de felicidad y sorpresa, por ridículo que parezca, no aparecía en mí desde hace muchos años, ese factor de sorpresa que solo surgía cuando tus padres te brindaban el regalo añorado, el esperado por tantos y tantos días.
Cuando uno empieza a obtener cosas, por sus propios medios, esa sorpresa se acaba, por más que te haga feliz saber que por tus méritos te compraste un auto, un nuevo celular con mil funciones, un ipod o cualquier cosa material, no es lo mismo, al menos para mí.
Ya no se siente ese cosquilleo en las entrañas, parecido a lo mismo que sientes cuando alguien que te gusta mucho, te besa por primera vez.
Y no es que haya sentido eso con mi billete de veinte pesos, pero si me recordó, muchas cosas que he dejado de apreciar.

enero 14, 2008

Diez años.

Mañana cumplo diez años de trabajar en la empresa. Hoy una secretaria me hizo recordarlo, traía cólico y tuvo que acudir con el Jefe, a pedirle medicamento para el dolor, pues el botiquín de la oficina, a parte de estar cerrado con candado y desconocerse donde se encuentre su llave, se encuentra vacío.
Y la empresa no tiene la culpa, la culpa la tenemos las personas que trabajamos en ella.
Supe de personas que día a día se sintieron con un malestar, para así tomar una cosa nueva del botiquín, llevándosela a casa y llenando así el particular. Cuando se les dijo que se haría una cooperación para volver a llenarlo, no estuvieron de acuerdo y afirmaron que NUNCA tomaron algún medicamento.
Como expliqué en algún post anterior, aquí lo que sobra, son artículos de mercería y también agua purificada.
Los estudiantes que pasan por aquí para sus prácticas, se sirven de dicha mercería, lo cual no me parece malo, pues no reciben sueldo alguno, pero, el llevarte una grapadora, tijeras, lápices, plumas, hojas, pegamento y demás, para poner tu propia mercería o repartir con tu familia, cuando eres empleado, me parece patético.
También vi vaciar un bote de veinte litros de agua purificada en el sanitario, porque se había ido el servicio de agua corriente.
-Al cabo nosotros no lo pagamos. Fue la respuesta a mi mirada de desaprobación.
Otras veces el cooperar para el pastel del cumpleañero, levanta tanta ámpula, que ciertamente, ni te dan ganas de cumplir años:
Empleado: -Son diecisiete pesos para el pastel de fulanita.
Otro empleado: -Diecisieteeeee!? Qué cara sale la rebanadaaaa... (voz con tono de chinga quedito).
Empleado: -Pues si quieres le digo al Jefe que no quieres cooperar...
Otro empleado: No, no, noooooo!, si solo estaba jugando, luego cuando yo cumpla años, capaz que ni me compran nada...
Lo anterior lo he vivido infinidad de veces, a lo largo de todo este tiempo.
Son éstas algunas cosas mínimas de las cuales puedo quejarme, porque la verdad es que mi empleo me ha traído buenas retribuciones, tanto profesionales como monetarias y me ha ayudado a crecer como persona. No claudicar, día a día me convenzo a mi misma.
Y lo afirmo, no es la empresa el problema, el problema es la gente que trabajamos en ella.

enero 10, 2008

Soñé contigo.


Acabo de llamar a un amigo para felicitarlo por su cumpleaños, me dijo: - Te soñé hace poco, no recuerdo bien como, pero traías un peinado ad hoc a tus rizos, te veías muy guapa.
A últimas fechas, algunas personas de las que me rodeo o me rodean, muchas de éstas que solo son conocidos (as) o compañeros (as) de trabajo, me han dicho que han soñado conmigo, mínimo, una vez por semana alguien me lo dice, lo raro es que no me interesa saber que papel juego en sus sueños, porque me gusta imaginarlo. Aunque pocos recuerdan de que manera me soñaron, la mayoría coincide en que fue un sueño “agradable” y necesariamente, todos tratan de explicarme la forma o el porqué me soñaron.
Yo solo los escucho, y empiezo a divagar, pues con algunas personas imagino que soy su sueño erótico y eso me da mucha risa, por dentro, no puedo reírme en su caras, obviamente.
Con otros imagino que soy la más maldita de las villanas, ya que aunque soy cordial y trato de mantener el orden con quienes me rodean, puede que éstos pasen totalmente desapercibidos para mí, de ahí que no entienda porque ocupo un lugar en sus sueños, y es cuando viene a mi mente, que probablemente sea porque los ignoro y solo me concreto a saludarlos fría y precariamente.
A veces pienso que unos me sueñan porque pasan mucho tiempo conmigo, donde deviene la redundancia un poco lógica de que me sueñen, ya que con los de confianza, siempre estoy diciendo sinfín de estupideces y creo, otras personas me sueñan porque les caigo mal.
Lo raro es que yo pocas veces sueño con alguien más que sea conocido, sueño un montón de gente, pero totalmente desconocida para mí y normalmente me sueño a mi misma, en situaciones y lugares fantásticos, sueños de película en pocas palabras, donde corro, vuelo y me acelero, hago un montón de cosas, prácticamente soy una diosa hermosa, con poderes mágicos algunas veces, con mucho dinero otras, pero siempre, dueña de las circunstancias. Deseos reprimidos dicen muchos que son los sueños. No sé.
Cuando tengo pesadillas, por lo regular, implican a fantasmas y seres de ultratumba y son verdaderas pesadillas, lloro, grito y le hablo a mi mama, para que me ayude, como los niños, bueno, esto lo dice el perinovio, porque afirma, hago todo esto en los brazos de Morfeo.
Una vez soñé que estaba soñando, es decir, en mi sueño despertaba del sueño y me daba cuenta de que estaba soñando, para despertar verdaderamente y darme cuenta de que estaba soñando que estaba soñando. Así de complicado.
Una vez soñé que era hombre y tenía sexo con cuanta mujer me topaba en el camino. Si alguien tiene una teoría del porqué soñé eso, por favor díganme, porque es fecha que todavía tengo la incertidumbre en la cabezota de perico; aunque sé que muchos de mis sueños son indescifrables.
En otra ocasión recuerdo desperté de una siestecita placentera, no me percaté que entre la pared y mi cama quedaba un hueco por donde cayó mi brazo, estando acostada boca abajo, cuando reaccioné no sentía mi brazo, se me había adormecido de estar colgado tanto tiempo, me asusté porque no lo sentía y por ello no lo encontraba, en la modorra ubiqué mi hombro y rescaté mi brazo, el cual flácido, inerme y sin poderlo mover a voluntad, parecía una manguera cuando arroja mucho agua a presión sin encontrarse sostenida, empecé a agitarlo con mi mano y a darle golpes, como cuando se cachetea a una mujer que cayó en un ataque de histeria, poco a poco volvió a ser el mismo de siempre. Y fue así como surgió la historia del brazo perdido, que con efectos especiales y recreaciones, destornilló de la risa a la mayoría de mis amigos (as), y es fecha que no recuerdo, que estaba soñando el brazo. Jaja.
Volviendo al tema, después de tanto tirar para el monte, me detengo a pensar, porqué me sueña tanta gente y tan periódicamente? Eso si que me gustaría saberlo, pues como lo dije anteriormente, creo saber el porqué algunos lo hacen, pero otros, no tengo ni la más remota idea, del porqué pierden el tiempo soñando conmigo, cuando hay miles de cosas agradables que soñar!.
Duh! Como si los sueños fueran a voluntad. Bueno, despierto, se puede soñar así.

enero 07, 2008

Priceless.


He pasado dos semanas completitas de tirar bola, que chido es levantarse hasta que el dolor de espalda, el hambre o la vejiga reventándose, te obligan a hacerlo.
Dos semanas enteras en que las responsabilidades valen cacahuate, donde el que come más es más importante, donde el recibir un regalo te hace feliz, donde el quedarte atrapado por dos horas en el estacionamiento de Liverpool en la venta nocturna, te fabrica una nueva anécdota que contar a tus nietos, los cuales harán sus compras sin tener que acudir al centro comercial, sino que lo harán mediante un paseo virtual en tercera dimensión, enviado mediante un chip, por parte de las tiendas departamentales y sin salir de sus hogares, pero igualmente accederán al consumismo que a tantos nos apasiona, a pesar de las largas filas, de las mentadas de madre y del tráfico caótico. Me imagino sus caras de “what”, al tiempo que sorprendidos replican: “que rudimentarios!”.
El pinito se fue en el camión de la basura y con él se fue la dicha y quince pesos que tuve que darle al personal de limpia en agradecimiento, por llevarse tamaño adefesio, que feo es el pinito cuando no tiene adornos y está seco!. Fiel ejemplo del “verdadero” significado de la Navidad.
Ver a la RBD Anahí, en un comercial, hablando del maratón Guadalupe-Reyes (me zurra esa denominación), cuando ha padecido problemas de anorexia y bulimia.
La queja de mi santa madre, porque mi cuñado no llevó las uvas ni la sidra, para brindar al recibir el año nuevo.
Mis hermanos con cara de hueva, esperando la llegada de las doce, para dar el abrazo y largarse.
Mis sobrinos mayores con cara de hastío, por no poder pasarla con sus amigos en el reventón.
La piñata incendiada de los vecinos y colgada toda tatemada para de cualquier forma “romperla”.
El que mi experrita, al percatarse de que pasaría la noche en casa de mis padres, decidiera dormir conmigo, como en los viejos tiempos, con todo y sobrarle tres calientitas camas donde era bien recibida.
El salvavidas en pleno invierno que me surgió alrededor de la cintura.
Empezar el año con el chango descalabrado.
El que a mi jefe le haya tocado el “monito de la rosca”, siendo tan rosca como lo es. Hay que ser muy dadivosos en la vida, sino, siempre te tocará el monito.
Todo esto, no tiene precio.

Feliz año, a ustedes amables lectores.