Como ayer día del padre, a mi progenitor le tocaba trabajar, el festejo se realizó el día sábado, así que tuve el domingo libre para salir a comer con el perinovio.
Fuimos a nuestro restaurancito de costumbre de comida japonesa, por el rumbo de la Linda Vista.
En el local, se encontraba un matrominio con tres hijos varones de entre 7 y 2 años, a quienes ya conocía de vista, precisamente por coincidir con ellos en el lugar.
Desde antes los miraba curiosamente, porqué se ven muy jóvenes y llevan casi tatuado en la cara, el fastidio de las rutinas del matrimonio.
Ellos no se hablan entre sí, se sientan, piden la comida y tratan de controlar a sus pequeños porque son bastante hiperactivos, no cruzan ni por error sus miradas. De hecho se sientan lado a lado, yo creo para ni mirarse.
Ella no es fea, pero tiene un sobrepeso tremendo, le calculo 25 años.
A él también le calculo la misma edad. Es guapo, anda bien vestido.
Creo que por su apariencia y las veces que lo he visto, representa lo que muchas mujeres llaman: "un buen partido".
Desde el inicio hice la conjetura de que se habían casado por causas de fuerza mayor (niño de compromiso).
Ayer se hacían acompañar por una mujer que creo, era la madre de ella, desde que puse un pie en el restaurante los reconocí, los niños estaban quietos, la mujer platicaba con quien digo yo es su madre, él hablaba por celular y comía.
Me enfoqué a lo mío, pedimos la comida y entre tanto y tanto, como era inevitable verlos, pude darme cuenta que él seguía hablando por teléfono, sin molestarse por el ruido que sus hijos empezaban a hacer.
Terminamos de comer y ellos también habían terminado, la mujer pidió la cuenta, mientras él seguía hablando por celular, por momentos estuvo callado, oyendo a su interlocutor, pero luego él habló y habló.
Todo el tiempo que el perinovio y yo estuvimos ahí, habló por teléfono, ignorando a sus hijos, a su esposa y a quien creo, era su suegra. Su esposa no se vio molesta por ello de ninguna forma.
Se levantaron antes que nosotros y al pasar por un lado de mi mesa, escuché cuando decía al celular: -Ok, está perfecto, nos vemos mañana.
Desde el principio creí que era una llamada de trabajo, lo cual confirmé al escuchar eso; entonces pensé que qué caso tenía perder una comida en familia, por atender algo que invariablemente se trataría al día siguiente en la oficina, máxime si era un día especial.
Pero luego caí en cuenta, dado el comportamiento que había visto en ellos anteriormente, que si esa circunstancia no molestó a ninguno de los dos, era porqué habían pasado a ignorarse, cumpliendo únicamente con los requisitos que dicta la sociedad, esos de casarse, reproducirse y morirse, ello sin que sea necesario ser feliz, porque obvio, eso no lo dicta la sociedad.
Para ser feliz cada uno es libre.
Escribo lo anterior, porque de niña yo añoré muchas veces poder salir a comer en familia, cosa que nunca sucedió, dado que mi padre trabajó fueras desde siempre.
El perinovio se sorprende mucho de la atención que en los restaurantes les brindo a los padres que llegan con sus hijos a comer en familia, le he explicado que me da mucha curiosidad la interacción que hay entre ellos, porque yo no la tuve de esa forma con mis padres.
Hasta hace algunos años mi papá se incorporó a la familia y claro es que nosotros no pudimos adaptarnos a él, después de tantísimos años de ausencia.
Los festejos por su cumpleaños, día del padre o lo que sea que sea festejo para él, siempre son bajo el mismo panorama, toda la familia reunida alrededor de mi madre y él, en un rincón, apartado de nosotros, escuchando música y bebiendo sus cervezas.
Se lee gacho, pero es la realidad, hemos tratado muchas veces de hacer que conviva con nosotros, de sentarlo con nosotros, de que coma con nosotros, y no lo hemos logrado.
Lo prefiere así, con nosotros, pero de lejecitos.
Algunas amistades mías se han sorprendido de saber que tengo padre, porqué poco hablo de él y poco se deja ver. A modo de juego les digo que es un ente. Y algunos han llegado a creerlo, cuando silenciosamente pasa por detrás de ellos.
Papá: sé que no tienes una remota idea de que estoy escribiendo esto, pero quiero decirlo de todas formas: Te quiero, y no me importa que nunca hayamos salido en familia a comer a un restaurante, eso se compensó con las veces que fuimos a Burguer Boy, a la Alameda, al parque Canoas, al Cerro de la Silla, tú y yo solitos, y a que nunca me ignoraste en todas y cada una de esas salidas, no porque no existieran los celulares, sino, porqué el poco tiempo que me dedicaste, lo dediscaste en serio.
Ayer me convencí de que prefiero mil veces un padre medio ausente, a uno que esté a un lado tuyo y te ignore todo el tiempo.