No me gusta el olor a pescado y de hecho no como nada que venga del mar, así que ir a la playa para mí, es como ir al cine y cerrar los ojos en la película, además no soporto mucho el agua de mar, pasear en lancha me da náusea, no me gusta traer arena en los calzones, no me gusta sudar tanto al ponerme bloqueador, me zurra sobremanera que la cerveza se caliente rapidísimo y que quienes te la venden no entiendan la diferencia entre un vaso con hielos y un vaso con UN hielo.
Estuve una semana de vacaciones en Puerto Escondido, Oaxaca y como todo, hubieron cosas buenas y malas, por allá el turismo lo conforman franceses y alemanes, gringos nomás no ví ni uno, y debo decir que es un puerto bastante tranquilo, que casi no tiene vida nocturna.
Me llamó mucho la atención que hay demasiados perros callejeros por dondequiera, pero parecen animales sagrados, como serían las vacas en la India, pues a nadie le molestan, incluso nadie los molesta y transitan plácidamente por entre las mesas de los restaurantes, sin que a nadie parezca importarle.
Me dio por pensar que el hielo en el puerto es escaso, porque si pedía un capuchino frapé, me daban licuado frío de capuchino, las cheladas con un hielo y las cervezas nunca vi que las tuvieran en hielo como acá en el norte, las tienen en vil refri, como agua fresca, aunque me percaté que las tengas o no en hielos, se calientan de volada.
Comí cosas típicas de por allá y no tan típicas, y creo que luego continuo con este post, porque ya me dio sueño.
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