Martes de frutas y verduras.

Ayer tocó día de supermercado con la señora perico-matriarca, soy la única hija soltera y, aunque ya no vivo en casa, mis hermanos asumieron que yo, por no ser casada y ser la menor, debía hacerme cargo de mis padres, tal cual Tita de Como agua para chocolate; la verdad, aunque no lo hago con gusto porque soy muy floja, si me nace estar al pendiente de sus necesidades.

Encontrándome por el área de carnes frías, me topé con una cara conocida, me miró fijamente, lo miré fijamente, pero no pude recordar quien era ese sujeto; como a mí las dudas me matan y acompañar al super a mi madre, me deja mucho tiempo para perderme en mis pensamientos, me aboqué a recodar quien era el susodicho: interés amoroso? -No. Compañero de primaria, secundaria, prepa, facultad? -Mmm, podía ser, pero ante tanta amplitud de posibilidades, me dio literal hueva y con diligencia, seguí caminando como loca por los pasillos, para buscar jabones. Unos minutos más tarde, regresé al área de carnes frías, porque mi señora madre se había quedado en la fila, mientras yo me daba a la tarea de localizar los méndigos jabones; en eso vuelvo a ver al individuo, pero ahora de la mano de una niña, por supuesto su hija y más adelante veo a su esposa: Ahí me cayó el veinte! y pude recordarlo todo. La pareja en cuestión, aunque en el turno matutino, estuvieron en la misma secundaria a la que yo asistía y eran algo así como los más guapos y populares de aquel entonces, después vino su noviazgo y se convirtieron en la parejita más chic y nice de la Colonia, porque ya habíamos terminado la secundaria y sus dominios se extendían más allá de lo vidente.

De aquellos dos, no quedó más que el recuerdo: Él, por supuesto panzón cervecero, rostro enrojecido y ancho, vestido cual vaquero y con menos pelo, después de haber tenido una figura envidiable y vestir casual-fresón, nada de botas, eso era para los nacos!. Ella, con los pechos enormes y hasta la cintura, bueno, donde tenía la cintura, con ropa tres tallas más abajo, o sea gorda pues, y el pelo maltratado, después de haber tenido también una figura envidiable, de conducir un auto deportivo último modelo, cuando la mayoría de nosotros no traía más que para el camión y una coca; después de que ambos fueron el azote de chiquillas y chiquillos y de uno que otro de sexo indistinto, después de saberse deseados y de ser unos arrogantes y engreídos. Mínimo Brad y Jenn, caían bien! y en vez de envidiarlos decías: Aaaaaaayyyy! (al tiempo en que hacías la cara más estúpida posible, luego piensas en Angelina y la odias por haberle quitado el marido a Jenn, pero posteriormente la perdonas porque también se ven bonitos juntos y hacen muchas cosas por los menos afortunados, como dice el puto ese que me caga, por no decir pobres y, vuelves a decir: Aaaaaayyyyyyy!, poniendo la cara de estúpida de nuevo).

No quedó nada, cual mortales haciendo fila para comprar jamón.

No pude evitarlo, me dio gusto, pues en lo personal, a mí me pasó todo lo contrario:

Ya saben, nerd en la escuela + sobrepeso= nada de novios, amigos pocos, amigas pocas e iguales que tú, en fin, nada de nada.

Sin embargo, me sobrepuse a todo y me convertí en todo un periquillo esplendoroso!, na! estoy exagerando.

Bueno, aterrizando la idea, como dice mi jefe, si usted amable lector o lectora, goza de una fisonomía digna de la persona más bella del mundo y aparte sabedor de la belleza que posee se siente la octava maravilla y anda como Naomi Campbell dándose a odiar en todos lados, trate de ser humilde y simpático, así para dentro de diez años, cuando el tiempo cobre la factura y lo encontremos en el super, no nos importe que se haya puesto, feo, gordo y viejo, porque lo recordaremos por su propia simpatía y humildad, entonces pensaremos: -Mira Juanelo Pérez, tan feo, gordo y viejo se puso, pero era a toda madre el cabrón, déjame voy y lo saludo!.