Maligno.

Hubo una etapa de mi vida que ahora recuerdo y hace sentirme nostálgica.
Cuando veo a los chavitos de secundaria y a mis sobrinos mayores, sintiéndose adultos y maduros, me da por remembrar esa época.
Como toda buena adolescente, sufrí una decepción amorosa que me provocó una tremenda amargura por un tiempo prolongado, en la que me sentí algo así como rocker incomprendida, en ese tiempo también conocí la música de los Héroes del Silencio y muchas de sus letras me hacían sobreponer mis frustraciones. El encabronamiento por haber sido abandonada por mi Romeo, me puso a dieta, en menos de seis meses bajé aproximadamente veinte kilos, entré a la Facultad siendo otra físicamente, pero conservé esa amargura que en la actualidad se ha vuelto algo así como humor negro. Me volví tímida, poco sociable y nada dispuesta a aceptar a otro Romeo, ya ni siquiera me daba cuenta si le gustaba a alguien.
Me da risa recordar esa época, porque pienso que no puede ser posible que una circunstancia de ese tipo, pueda marcar tanto tu existencia, sin embargo, para mí fue así. Y de la risa paso al pensamiento perdido.
De los Héroes del Silencio me quedó Enrique Bunbury, quien en su cambio radical de estilo musical, me dejó claro que la gente cambia.
Yo cambié...
Me volví un tanto insensible, fría, distante.

Ahora desconfío de todo, siento que si alguien se me acerca, solo es para obtener algo de mi (como si tuviera mucho que ofrecer).

Hay veces que soy feliz, otras no tanto.

Hay veces que me siento rodeada de maldad.

Y algunas veces yo soy mala.

Hay veces que odio profundamente y otras que sé, me odian profundamente.

Pero así es la vida.

Hay que vivirla.

...tiñes mis días de fatal melancolía, eres el hacha que astilló toda mi vida...